viernes, 2 de enero de 2009

Propósitos para año nuevo

«Soñé que los halcones del Pentágono se reciclaban en lo musical y salían a escena con una innovadora versión de la célebre Guantanamera». Con esta y otras muchas pinceladas de fabulosa ironía, Juan Goytisolo, en la edición impresa de El País, expresaba sus sueños para un año que comienza. Al igual que este escritor, muchos columnistas y analistas políticos españoles rememoraban en sus artículos los altibajos del 2008. Entre las imágenes más seleccionadas estaba la victoria electoral de Barack Obama, el pasado 4 de noviembre. Miguel Ángel Bastenier, en su último análisis del año en El País del pasado miércoles, analiza los retos a los que se enfrenta el futuro presidente de EE UU ante una legado emborronado por su antecesor. «George W. Bush consistió que unos pandilleros de la geoestrategia secuestraran la presidencia y por ello va a entregar un planeta a Barack Obama con todos los indicadores en números rojos». Bastenier enumera una serie de responsabilidades en materia internacional a las que Obama tendrá que hacerse cargo a partir del 20 de enero. Sus propósitos para año nuevo deberán ir dirigidos, sobre todo, a las zonas de Guantánamo, Irak, Afganistán, Pakistán e Irán. Ante ello, este analista marca una distancia entre la necesaria esperanza y la euforia de las expectativas de cambio. «Barack Obama no ha sido nombrado presidente de Lesoto, sino de EE UU, que sigue siendo el único actor universal» –y concluye– «por lo que esta transición bien puede acabar siendo la del desencanto por las altísimas expectativas que el afro-americano ha podido o querido moderar».
Más optimista es, sin duda, el artículo que El Mundo publicaba el pasado martes 30 de diciembre, escrito por el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. «Las luces de la ilusión y de la esperanza ilustrada suelen guiar mejor a los seres humanos que las del cinismo o el fatalismo, cuando se trata de salir de graves dificultades. Por eso, es difícil sustraerse a la empatía con un hombre que en 2002, cuando iniciaba su carrera al Senado, se manifestó abiertamente contra la guerra de Irak [...] Estoy convencido de que Obama no levantará los brazos guiado por los prejuicios, la ira o el deseo de venganza». La destacada importancia de este artículo, no sólo por la autoridad de quien lo firma, sino por su contenido e, incluso, estilo; ha llevado a analistas detractores de su política a alabar su calidad. Hoy, el académico Luis María Ansón, en la edición impresa de El Mundo destacaba el texto de Zapatero, en un ejercicio de análisis del analista. «La verdad es que me jode un poco reconocer la calidad del artículo del presidente español, la claridad con que se expresa, la profundidad de su análisis. Barack Obama, hombre intensamente patriota, político profundamente religioso, representa para Zapatero la integración de la diversidad, la lucha sincera contra el totalitarismo y la violencia, sin innecesarios aspavientos militares». Tal y como señala Rodríguez Zapatero, algunas veces la política marca nuevos rumbos, soluciones, cuando la situación de declive y desasosiego –propiciada por la propia política– llega a ser extrema, perjudicial: «si la política ha producido cambio, ahora le toca al cambio producir política. No es fácil, nunca lo es, pero se puede».

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