martes, 27 de enero de 2009

La reforma verde

Desde el primer día como presidente, Barack Obama ha trabajado sin descanso para ofrecer a sus ciudadanos los cimientos reales de una Norteamérica nueva. Tras la orden del cierre de Guantánamo y la puesta en marcha de la diplomacia internacional como herramienta para la solución de conflictos, ahora el nuevo presidente se dispone a abanderar la lucha contra el cambio climático a través de la producción energética alternativa. Hoy, El País publicaba la noticia del anuncio de Obama para ahorrar carburante y liderar la defensa del medioambiente en el mundo: «Obama firma varias órdenes ejecutivas (decretos) destinadas a reducir las emisiones de gases contaminantes, rebajar el consumo de combustible de los automóviles y aumentar la eficiencia energética en todos los ámbitos posibles». En la rueda de prensa de ayer, el nuevo presidente estadounidense también se comprometió con impulsar una "nueva alianza climática", con países como China y la India, para abordar los problemas medioambientales cada vez más evidentes que sufre el planeta. Esta apuesta ecológica de Obama rompe con la política medioambiental de la anterior Administración. «Hasta hace pocos meses, la Administración norteamericana incluso ponía en duda los pronósticos científicos sobre el acelerado deterioro del medio ambiente. "Nosotros no vamos a negar los hechos, sino que vamos a guiarnos por ellos", declaró el nuevo presidente», publicaba hoy El País.

Otro de los hechos que afectan al desarrollo del proyecto político de Obama ha sido la confirmación por parte del Senado estadounidense a que Timothy Geithner sea el nuevo secretario del Tesoro. Esta aceptación del cargo pendía de un hilo ante su supuesto error de no pagar los 34.000 doláres de la contribución obligatoria a Hacienda. Finalmente, «Geithner prestó su juramento al cargo en una ceremonia encabezada por el presidente Barack Obama, quien resaltó la urgencia de tomar medidas para resolver la crisis económica», destacaba El Mundo.

miércoles, 21 de enero de 2009

Gurús enamorados

La marea de optimismo y euforia vivida ayer quedaba instalada en forma de aura en los kioskos españoles. Los analistas de los principales diarios ofrecían la visión unánime de que Obama ya ha cambiado un poco el mundo con su llegada a la Casa Blanca: ahora toca arreglar los destrozos.
La ilusión patriótica de los norteamericanos durante el día de ayer, volcados con su nuevo presidente, contagió a los gurús de la prensa. «Sólo EE UU ha conseguido regalarnos con un relevo presidencial que es un prodigio en muchos conceptos: en su fase de elecciones primarias, por el catálogo de modos y formas de elección democrática que ofrece el mosaico de sus estados, y en su fase final por la marea de pasión política que llega a suscitar en todo el mundo», comentaba Lluís Bassets en su análisis Arcilla en los dedos. Para el periodista de El País, «Obama es un político lleno de de virtudes y cualidades, pero ante todo es arcilla en los dedos de sus conciudadanos e incluso en manos del mundo entero que proyecta sus deseos sobre el prodigio que significa la llegada de un negro por primera vez, al fin, a la Casa Blanca». Sin embargo, el crítico Eric González, aconstumbrado a meter la mano en la basura que escupe la televisión en España, sentía que el discurso de Obama, ante dos millones de personas agolpadas en las inmediaciones del Capitolio y otros cientos enganchados al televisor en sus casas, susurraba esperanza, pero calaba a quien lo escuchaba de miedo al futuro. «Viendo la ceremonia de ayer me pareció -permitan la absoluta subjetividad- que una inmensa sombra flotaba sobre la alegría. Me pareció que la gente quería, queríamos, disfrutar de un momento de esperanza, conscientes de que llegarían cosas terribles. Me pareció que el mismo Obama, con sus invocaciones a Lincoln, compartía la sensación del instante brillante y efímero».
Moisés Naím se introdujo en la masa de eufóricos espectadores y vio las lágrimas de emoción inundar el espacio de las calles de Washington. Quizá aquellos que lloraban también estaban observando hablar a un presidente pragmático que antes fue el candidato de la ilusión. Pero matiza: «muchos de los que hoy lo aplauden pronto se sentirán desilusionados por lo lento del progreso o por algunas de sus decisiones. De que esto va a pasar no hay dudas. Pero no será grave. Barack Obama gozará de una luna de miel con su electorado más larga de la que usualmente le ha tocado a otros presidentes».
El contagio de la alegría vivida en Washington pilló desprevenido al mismísimo Carlos Mendo, firme ex militante de las filas de McCain, que quedó prendado por la poesía del primer discurso de Obama como presidente. «Lo más llamativo, aparte de su impecable oratoria, su apelación al mantenimiento de los ideales fundacionales. El mantenimiento de la seguridad no justifica el abandono de nuestros ideales. ¿En quién estaría pensando?».
Finalmente, no podía faltar la opinión de un obamista convencido. Mário Soares, ex presidente y ex primer ministro de Portugal, destacó la humanidad del nuevo presidente ante cualquiera de sus muchas cualidades. «Es evidente que nadie espera que Barack Obama pueda hacer milagros. Debe hacer gala de paciencia y de prudencia a la hora de adoptar las medidas que vaya a considerar prioritarias. Es una jerarquía difícil de establecer, que no deja de angustiar sin duda a Obama y a su equipo [...] En la política no existen los milagros. Lo que sí existen son las convicciones y los valores. Y estos, espero, serán respetados. Tengo una inmensa confianza en las cualidades humanas de Obama».
Ahora. Obama comienza un periodo de 100 días que servirá de presentación real de sus intenciones. Puede que finalizada esa etapa varios de los que hoy han reconocido sentirse afectados por la nube de ensueño norteamericana estén preparando nuevos discursos más pesimistas.

martes, 20 de enero de 2009

El amanecer de un mundo nuevo

El gran momento de espectación que hoy vive medio mundo me recuerda a aquella noche en la que todo se sabía, pero nadie podía creerlo. Recuerdo como aquellos estudiantes de Ciencias Políticas y yo sentíamos la impaciencia en nuestras venas, a la espera del resultado electoral. Aquella noche fue corta. Breve ha sido la transición. Hoy sé que este día será fugaz contabilizado en segundos, pero eterno cuando quede escrito en los libros de historia.
El amanecer en Washington, visto desde las imágenes de los telediarios en España, era muy parecido al amanecer que nos encontramos al salir del aula que la Universidad de Murcia nos cedió para contemplar el triunfo de Obama. La oscuridad de la despedida de la noche tenía luz y euforia: el espíritu de Barack nos había calado.
Más de 2 millones de personas se apelotonaban en las inmediaciones del Capitolio a la espera de la llegada del nuevo presidente de EE UU, que venía de participar en la misa de despedida de George W. Bush. Los medios de comunicación de todo el mundo, comenzaban a exponer vídeos, imágenes, artículos y declaraciones de lo que significaban los primeros momentos de este día. Tras la jura del cargo del vicepresidente, Joe Biden, y tras un breve interludio orquestal, Barack Obama se convertía en el 44.º presidente de la República democrática de los Estados Unidos de América. «El mundo ha cambiado y debemos cambiar con él», era el mensaje principal de un discurso en el que se refirió a la crisis económica y de prestigio que afecta al país, pero con tintes de esperanza destinado a llenar de ilusión al pueblo de EE UU.
Comenzaba una nueva era, tal y como todos los que no dormimos la noche del 4 de noviembre esperábamos. El sueño de un cambio en el mundo es ahora aquel amanecer que se diluyó con la luz de una realidad que ha comenzado.

Cobertura de los medios digitales: El País y El Mundo

lunes, 19 de enero de 2009

La toma de posesión: día menos uno

«El new deal que se necesita para salir de la actual depresión, pareja a la del 29, ya no podría formalizarlo hoy un líder como Roosevelt, perteneciente a la más acendrarda aristocracia de pata blanca, sino un político que por su pelaje en cierto modo pertenece al mundo entero, ya que esta catástrofe tiene pinta de ser planetaria». Estas palabras extraídas del reportaje "El enviado", escrito por Manuel Vicent y publicado en El País Semanal de ayer, resumen de alguna forma cómo la entrada de un nuevo presidente en la Casa Blanca afecta a todos los ciudadanos de este planeta en un contexto en el que el declive de la economía —convertida en tema principal de muchas vidas— sigue encaminándose hacia un desastre mayor, también llamado depresión. Hoy, así como en toda esta semana, Barack Obama es protagonista por ocupar un cargo en el que muchos personajes políticos han hecho historia, por el simple —en realidad, bastente complejo— hecho de hacerlo en un país que desde hace unos siglos marca la agenda-setting de la publicación de los grandes acontencimientos históricos. En la madrugada de ayer, millones de personas se congregaban en el monumento en memoria de Abraham Lincoln, para disfrutar en vivo de un concierto cargado de alegría y exuberancia patriótica y escuchar el esperado discurso de un presidente empujado al éxito por su oratoria. Como sostiene Fernando Sahagún, «el arma más eficaz para movilizar al país y al mundo tras él es su palabra». Con ella, ha conseguido convercer a millones de ciudadanos de que hay una esperanza, y sobre todo, unos Estados Unidos mejores. The New York Times describe al nuevo presidente nortemericano como un presidente "de libro", no sólo por su aparente capacidad para gestionar un país, sino porque es un gran aficionado a la lectura. Gracias a ella, «no sólo ha adoptado una extraordinaria habilidad para para comunicar sus ideas a millones de amercianos, mientras contextualiza con complejas ideas sobre la raza o la religión, también muestra de alguna manera cómo es él y su comprensión sobre el mundo». De todos modos, también es preciso vincular el éxito de su faceta oratoria a la redacción de sus discursos. En ello, tiene mucho que ver un joven escritor Jon Favreau, quien ha redactado la mayor parte de las memorables intervenciones públicas de Obama. Ayer, en la piedra donde Martin Luther King pronunció su 'Sueño', Favreau volvió a cumplir con su trabajo a través de un discurso en el que se llamó a los norteamericanos a renovar el país, disponiendo para ello, incluso de una dirección web (USAservice.org).
Mañana comienza un nuevo tiempo. Todo el mundo está seguro de ello. Sin embargo, quizá las altas expectativas enfanguen demasiado la gestión del nuevo presidente cuando la problemática de los asuntos a tratar escape de sus manos. Manuel Vicent escribe: «Al presidente electo le espera un planeta destrozado, y a su país no le van a salvar ni salmos ni plegarias. Pero en el fondo del incosnciente colectivo hay algo espiritual e imbatible que Barack Obama ha despertado».


Gráficos de interés: La toma de posesión del presidente de EE UU (El País), La composición de Gobierno (El Mundo).

martes, 13 de enero de 2009

Guantánamo y otras herencias

El columnista del The Washington Post, Eugene H. Robinson, lo deja bien claro en el titular de su artículo: «Cuando Bush es historia». En éste, Robinson muestra la poca misericordia que el mundo periodístico quiere conceder al pronto ex presidente de EE UU, tras su última conferencia de prensa en la Casa Blanca. No le invade la nostalgia transmitida por Bush a los periodistas y sentencia: «George W. Bush abandonará el Despacho Oval la próxima semana como un presidente cuyos últimos ocho años en el poder son ampliamente vistos como un fracaso que tardará años en resolverse». En su última intervención, Bush reconoció estar orgulloso del trabajo realizado durante sus ocho años de mandato, aunque reconoció algunos errores y decepciones. Entre ellos, «el principal fue el de declarar precipitadamente "misión cumplida" en Irak. La mayor decepción fue la de no haber encontrado armas de destrucción masiva en aquel país», informaba El País en su edición impresa. También tuvo buenos deseos, tanto a los periodistas —fieles contrincantes frente a la opinión pública—, como a Obama, su predecesor, a quien dedicó elogios: «opinó que el nuevo presidente es una persona "inteligente y comprometida" que sabrá hacer frente a los desafíos».

Parece que el nuevo inquilino de la Casa Blanca no quiere desbaratar las palabras de su antecesor en el cargo, y ya ha comenzado a anunciar medidas importantes. Entre ellas la de establecer una nueva página en la relación de EE UU con América Latina —sobre todo con México, cuyos principales problemas (desempleo y narcotráfico) podrían cruzar la frontera y afectar negativamente a EE UU—, y la del cierre inmediato de la prisión de la base naval de Guantánamo. Barack Obama prevé emitir una orden ejecutiva en la primera semana de mandato para cerrar la prisión. Pese a la orden, tal y como informaba El Mundo, «es poco posible que la prisión sea cerrada de inmediato hasta que se halle una solución sobre el destino de las personas que están recluidas en ella». Según señala The New York Times, el cierre de Guantánamo podría retrasarse hasta un año, ya que se necesitarían varios meses para trasladar a los presos a otros países y para resolver las cuestiones legales que implica el cierre de la cárcel.
El propio Obama reconoció que el desmantelamiento total de la prisión es más difícil de lo que se cree: «Hay muchas personas detenidas, algunas de ellas que pueden ser muy peligrosas y que no han sido procesadas (...) y parte de las evidencias en su contra pueden estar contaminadas, pese a ser ciertas», señalaba el presidente electo en una entrevista para la cadena norteamericana ABC, transcrita por El Mundo.
Como señala El País, la iniciativa, pese a la dificultad que conlleva tanto en el terrero político y judicial, como en el de los derechos humanos, ya ha recibido el respaldo de colectivos internacionales como la Unión Europea. «Estamos dispuestos a trabajar con Estados Unidos abordar los problemas prácticos que surgirán con el cierre de Guantánamo», subrayaba la comisaría europea Benita Ferrero-Waldner. La apuesta de Obama es fuerte, propia de un presidente que quiere impulsar un cambio real, que supere al verbal. Pero deberá actuar con precisión, utilizando una experiencia que pese a no existir podría ser innata, para «reemplazar la cárcel y revisar las prácticas de detención e interrogación, manteniendo las promesas sobre políticas más humanitarias», detallaba El Mundo.

miércoles, 7 de enero de 2009

Reunión histórica entre presidentes

«Presidentes del pasado, presente y futuro». Así titulaba el diario The New York Times la histórica reunión que han mantenido hoy los cinco últimos presidentes vivos de EE UU: tres ex presidentes (Jimmy Carter, George H. W. Bush y Bill Clinton), el presidente actual o saliente (George W. Bush) y el presidente electo (Barack Obama). Este encuentro nació de una propuesta de Obama que Bush (hijo) no pudo rechazar. Como señala Ricard González para El Mundo «la iniciativa de una reunión entre los presidentes pasados, el actual, y el futuro es excepcional. Normalmente, sólo se ve a todos los ex presidentes juntos en los funerales o las inauguraciones de las bibliotecas presidenciales».
Los cinco presidentes ofrecieron antes de la comida una breve rueda de prensa, que fue aprovechada por Bush y Obama para dedicarse elegios y buena suerte, en lo que representa uno de los últimos actos de una transición modélica. «Obama agradeció a Bush el haber accedido a ser el anfitrión de "esta extraordinaria reunión" y afirmó que a lo largo del almuerzo espera recibir "buenos consejos y camaradería" de sus predecesores en la Casa Blanca», detalla El Mundo. El diario El País añade que los predecesores de «Obama en una muestra de juego limpio, le han deseado éxito en su Gobierno, que va a tener que afrontar la grave crisis económica y, en la política exterior, las guerras en Irak y Afganistán y el conflicto de Oriente Próximo».
A pesar del enturbiado clima político y económico pude ser una de las últimas ocasiones de ver en el Despacho Oval al que ha sido presidente de EE UU durante los últimos ocho años, George W. Bush. «Bush abandonará la Casa Blanca la noche del 20 de enero, cuando Obama jurará su nuevo cargo. La Casa Blanca anunció hoy que Bush volará al estado de Texas, donde él y su esposa Laura pasarán esa noche en el rancho familiar de Crowford. La familia Bush tiene planeado mudarse a una casa recientemente contruida en Dallas», informaba The Washington Post.

viernes, 2 de enero de 2009

Propósitos para año nuevo

«Soñé que los halcones del Pentágono se reciclaban en lo musical y salían a escena con una innovadora versión de la célebre Guantanamera». Con esta y otras muchas pinceladas de fabulosa ironía, Juan Goytisolo, en la edición impresa de El País, expresaba sus sueños para un año que comienza. Al igual que este escritor, muchos columnistas y analistas políticos españoles rememoraban en sus artículos los altibajos del 2008. Entre las imágenes más seleccionadas estaba la victoria electoral de Barack Obama, el pasado 4 de noviembre. Miguel Ángel Bastenier, en su último análisis del año en El País del pasado miércoles, analiza los retos a los que se enfrenta el futuro presidente de EE UU ante una legado emborronado por su antecesor. «George W. Bush consistió que unos pandilleros de la geoestrategia secuestraran la presidencia y por ello va a entregar un planeta a Barack Obama con todos los indicadores en números rojos». Bastenier enumera una serie de responsabilidades en materia internacional a las que Obama tendrá que hacerse cargo a partir del 20 de enero. Sus propósitos para año nuevo deberán ir dirigidos, sobre todo, a las zonas de Guantánamo, Irak, Afganistán, Pakistán e Irán. Ante ello, este analista marca una distancia entre la necesaria esperanza y la euforia de las expectativas de cambio. «Barack Obama no ha sido nombrado presidente de Lesoto, sino de EE UU, que sigue siendo el único actor universal» –y concluye– «por lo que esta transición bien puede acabar siendo la del desencanto por las altísimas expectativas que el afro-americano ha podido o querido moderar».
Más optimista es, sin duda, el artículo que El Mundo publicaba el pasado martes 30 de diciembre, escrito por el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. «Las luces de la ilusión y de la esperanza ilustrada suelen guiar mejor a los seres humanos que las del cinismo o el fatalismo, cuando se trata de salir de graves dificultades. Por eso, es difícil sustraerse a la empatía con un hombre que en 2002, cuando iniciaba su carrera al Senado, se manifestó abiertamente contra la guerra de Irak [...] Estoy convencido de que Obama no levantará los brazos guiado por los prejuicios, la ira o el deseo de venganza». La destacada importancia de este artículo, no sólo por la autoridad de quien lo firma, sino por su contenido e, incluso, estilo; ha llevado a analistas detractores de su política a alabar su calidad. Hoy, el académico Luis María Ansón, en la edición impresa de El Mundo destacaba el texto de Zapatero, en un ejercicio de análisis del analista. «La verdad es que me jode un poco reconocer la calidad del artículo del presidente español, la claridad con que se expresa, la profundidad de su análisis. Barack Obama, hombre intensamente patriota, político profundamente religioso, representa para Zapatero la integración de la diversidad, la lucha sincera contra el totalitarismo y la violencia, sin innecesarios aspavientos militares». Tal y como señala Rodríguez Zapatero, algunas veces la política marca nuevos rumbos, soluciones, cuando la situación de declive y desasosiego –propiciada por la propia política– llega a ser extrema, perjudicial: «si la política ha producido cambio, ahora le toca al cambio producir política. No es fácil, nunca lo es, pero se puede».